Desarrollando la primera premisa del modelo (“capacidad de generar conocimiento aplicable al entorno económico”) mantenemos la siguiente hipótesis:
El mercado es el que define la política tecnológica necesaria y no los centros de conocimiento, estos avanzan en sus desarrollos, pero no son reales (visibles y viables) hasta su implantación en el mercado.
En conclusión, desde un enfoque basado en la demanda, la política tecnológica viene marcada por las grandes empresas (empresas motoras) que es donde se encuentran el estado del arte tecnológico del sector en cuestión.
Continuando con la segunda premisa del modelo (la universidad se convierte en la principal materia prima) desarrollamos la siguiente hipótesis:
Las áreas de conocimiento de las universidades o espacios tecnológicos son la base de nuestro potencial desarrollo tecnológico, ya que cuando éste se requiere se necesita dicha base de conocimiento. Esta inversión en conocimiento, es fuertemente criticada por su aparente falta de retorno directo.
Por lo tanto y como conclusión, desde el punto de vista de la oferta, la disponibilidad de rrhh (recursos humanos) y de infraestructuras tecnológicas se encuentran limitadas por nuestras universidades y espacios tecnológicos.
La tercera premisa del modelo (la creación de una EMPRESA DE BASE TECNOLÓGICA, es la forma más completa de transferencia al entorno) nos lleva a la siguiente hipótesis:
Las pymes (pequeñas y medianas empresas) son la base económica sobre la que se sustenta la creación de riqueza en una determinada área geográfica. La creación de una empresa de base tecnológica es la forma más completa de conectar el conocimiento con el mercado, las pymes tecnológicas son el tejido industrial permanente en su zona de actuación.
Como conclusión, desde el punto de vista del mercado, (entendiendo éste como la conexión entre oferta y demanda), la creación de una masa crítica de pymes de base tecnológica es la clave de éxito de un modelo económico de riqueza sostenible.
Estas Pymes han de ser capaces de afrontar y sobrevivir a procesos de deslocalización de las empresas motoras y disponer del conocimiento tanto tecnológico como de gestión para abordar nuevos retos y mercados.
En resumen, el objetivo principal de este modelo es desplazar el eje motor de la política tecnológica del entorno desde las empresas motoras, hasta el tejido industrial permanente en el tiempo que son las PYMES.
Estas empresas han de ser capaces de ofrecer soluciones tecnológicas competitivas, y esto solo se consigue con dos características imprescindibles en su oferta:
Por un lado, adelantándose en el tiempo a las necesidades (compromiso de I+D+i) y por otro, a través de una política de competitividad y diversificación de su mercado (creación de empresas de base tecnológica y mejora de la PYME existente).”