El viernes pasado 5 de enero, tuve el honor y el orgullo de encarnar al Rey Mago Gaspar en la cabalgata de mi tierra, El Puerto de Santa María. Cuando me lo ofrecieron no tenía una idea clara del alcance del encargo y sus consecuencias. La figura de Gaspar, junto con la de sus compañeros, Melchor y Baltasar, despierta en todo el mundo una sensación de admiración, de asombro, de vulnerabilidad. Al final, tanto el adulto, el octogenario, el que odia las fiestas, el que prefiere Papá Noel (de estos sé que no existen, los reyes son los reyes), el escéptico, todos, comparten un mismo origen: todos hemos sido niños. Eso lo pude comprobrar de primera mano el viernes. Además del desfile por las calles donde ví centenares de rostros de niños ilusionados, y de adultos que no escondían a su niño interior, la mitad de la jornada estuvo dedicada a visitar enfermos en el hospital, ancianos en el asilo, niños con discapacidad en organizaciones que trabajan para ayudarlos. Esta parte de la jornada fue la otra cara del cuadro que lo hace completo. Fue un recorrido, que más allá del profundo contacto con lo más vulnerable del ser humano, el efecto es ponerte presente. Aquí y ahora. Ojos que te miran sin filtro, directamente, sin esquivar. Ojos y personas con ganas de presente y deseosas de futuro.

Si el ofrecimiento de encarnar a Su Majestad Gaspar fue un regalo, la jornada completa del viernes 5 fue un presente. Y el mayor de todos para mí, ayudarme a ponerme presente con todas las personas que estreché, abracé y que me regalaron sus ojos directos. La mejor magia para mirar al 2018 que acaba de empezar y que nos acompañará durante este magnífico año venidero. Mirarlo de forma directa, y muy en contacto con cada momento.

La cabalgata tuvo su cierre con un discurso que lancé desde el Castillo de San Marcos. Os lo transcribo aquí y os lo ofrezco como mi presente de año nuevo.

FOTO-RAFA-GASPAR

¡Queridos niños! ¡Queridos papás!:

Llevamos los 3 Reyes muchos kilómetros recorridos en nuestros camellos con gran ilusión para encontrarnos con todos vosotros. Hace muy pocos días, fuimos a adorar al niño Jesús, siguiendo la estela de una gran estrella en el cielo que nos guió hasta Belén. Y desde allí, hemos cruzado desiertos, mares, y montañas, para llegar a tiempo a este gran noche con los niños de El Puerto.

Melchor, Baltasar y yo mismo, Gaspar, sabemos que habéis estado esperando este día con muchas ganas. Y os damos las gracias por habernos acompañado en nuestro recorrido por las calles hasta aquí.

¿Sabéis? Las estrellas y los viajes pueden enseñarte muchas cosas. Y nosotros tres somos viajeros, y siempre estamos buscando respuestas en las estrellas con nuestros telescopios.

Nadie sabe que un día antes de llegar al Portal de Belén, hace ya más de 2000 años, nos perdimos. Creímos que nunca llegaríamos a tiempo para cumplir nuestra misión y ver al niño Jesús. Estábamos en una pequeña cumbre, y al cerrar los ojos casi dormidos y dándonos por vencidos, oímos una voz que nos decía: “Majestades, no estéis tristes. El amor que sentís, y la fuerza de vuestro sueño os guiará.” Despertamos los tres al mismo tiempo, y vimos cómo la estrella brillaba más que nunca. Como si una sonrisa se dibujara en el cielo negro con sus rayos de plata. Era la estrella la que había hablado. A partir de aquella noche, todos nos llamaron Magos.

Esta noche os visitaremos cuando durmáis para dejaros regalos, y vuestro deseo se verá cumplido. Nos gustaría contaros un secreto para que vosotros también podáis ser un poco magos. Cuándo os vayáis a dormir esta noche y cada una de las noches del resto de vuestra vida, acordaos del mensaje de la Estrella. El amor por vuestros padres, hermanos, amigos, abuelitos, y la fuerza imparable de vuestros sueños, os guiarán cuando estéis un poco perdidos como nos ocurrió a Melchor, Gaspar y Baltasar. Y esto, también pueden hacerlo los papás y las mamás.

Ha llegado la hora de recogerse, para que los 3 Reyes podamos hacer nuestro trabajo. Muchísimas gracias a todos, y en unas horas, nos veremos en vuestros sueños. Gracias!!!

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