Un amigo me envía una noticia publicada en La Vanguardia sobre el Mobile World Congress de Barcelona recientemente celebrado. El titular, en letras de molde, lo encabeza «la cápsula de Hyperloop», y al principio del artículo se ve una foto de la misma a todo color como centro de las miradas de esta cita de la innovación mundial.

La imagen me dispara un sentimiento de orgullo al instante. Orgullo como andaluz y gaditano, como empresario y tecnólogo. Competir en las primeras ligas te exige una entrega absoluta. Ahora desde mi puesto de Vicepresidente del Cádiz C.F. , puedo dar fe de ello en lo deportivo. En lo empresarial, también puedo dar testimonio de esa necesidad de trabajo y sacrificio para ocupar un espacio, no solo nacional sino internacional.

La cápsula de Hyperloop del Mobile, salió de las manos y el conocimiento de una empresa de El Puerto de Santa María que, junto con el catedrático Manuel Galán, fundé en 2002. Carbures, hoy llamada AIRTIFICIAL. No fue fácil que Hyperloop TT, empresa de California y una de las dos competidoras por ganar la carrera de Hyperloop, junto a la de Richard Branson, confiara en una tecnológica del sur de España.

Como digo, cada éxito en primera división es el culmen de muchas horas de trabajo continuado, y de obstáculos salvados. El trabajo realizado en 2018 para Hyperloop con nuestra tecnología y conocimiento, fue un hito rotundo tanto para ellos como para AIRTIFICIAL. En esos momentos se cristaliza el valor los 20 años de trabajo anteriores, a partir de un grupo de investigación de la Universidad de Cádiz.

A partir de ahí, tu obra, tu tecnología aplicada, cobra su propia vida. Como cuando fabricas una parte del ala, o la tapa de combustible de un avión. Al salir de la fábrica, ya no es tuyo. Es de Airbus, Boeing, o de Hyperloop. En algunos proyectos tu aportación es una pequeña pieza y en otros es una estructura de fibra de carbono de 35 metros sensorizada.

Ver que el fruto de nuestro esfuerzo sigue su propio camino, como ha ocurrido esta semana en Barcelona, es lo que provoca la satisfacción de lo hecho, de cumplir la misión de ir añadiendo valor a las cosas cotidianas a través de la tecnología. Y que esta, como digo, siga su propio camino.